OCASO EN OTOÑO
Ya sabes, el otoño
suele pasar sin grandes algaradas.
Tranquilo, reposado, algo indolente,
cargado de defensas, de corazas.
Se dice que el otoño
va pesando en el alma, que se empapa
de una tristeza levemente ausente,
consciencia del fracaso más que nada.
Tiene días ese otoño
de negros nubarrones que desatan
presagios de dolor, temor de muerte
que cruza por detrás de la ventana.
Cuando llega el otoño,
el tiempo empieza a ser algo que pasa,
un cuento con final que siempre hiere,
una cuenta hacia atrás que nos traspasa.
Pero es también otoño
ese racimo de uvas que desgranas,
madurado ante un sol casi inclemente,
convertido en dulzura aletargada.
Tiene el cielo en otoño
vocación de pintor mientras acaba
el día y se estremece en el poniente
con un fulgor de luces y de llamas.
Me quedan en otoño
muy pocas cosas, las que me hacen falta
para ser lo que soy honestamente.
En otoño estás tú, eso me basta.